Poema de Alicia Márquez

BRONCOESPASMO

Quizás era el rocío.

A lo mejor era el fresco que levantaba

el flequillo de las dalias,

o el verde que trepaba por mis zapatos húmedos,

pero a esa hora indecisa de la tarde,

algo me iba cerrando el aire.

Un gato azul se instalaba en el medio del pecho,

como una escarapela maligna,

un gato chiquito, que apenas maullaba.

Yo era el médium del gato.

Cuando quería hablar, silbaba.

Y no alcanzaba, no alcanzaba, no alcanzaba el aire.

Entonces, franela caliente,

y un remedio con olor a viejo asilo,

y más franela caliente.

La noche era la pared.

La pared callada y enorme,

y la frente como un radiador, pero frío.

Y al amanecer, envuelta en una frazada,

espalda encorvada como viejita,

miraba las casas y pensaba  que

en aquella ventana iluminada otra chica

también tenía un gato azul en el pecho.

 

© Alicia Márquez