La casa cruje.
Ella percibe un sueño.
Seco.
Ha oído crujir
la sequedad.
La acechanza
de una baba nocturna
irrumpe
sobre los pisos de la casa
en una marca sinuosa
que se pierde en los zócalos.
Ella pregunta
con un desbordamiento de nitidez
pregunta
dónde adhiere
lo que repta
en qué fragmento
se pudren los cimientos
qué socavado espacio
anida ratas.
Ella pregunta
para matarlas.
Para aceitar maderas.
Limpiar ferocidades.
Descuajar sobre la casa.
Para salvarse.
© Lidia Vinciguerra
la casa del poema....y la palabra cruje...abrazo lidi
ResponderEliminarmaria del mar
Me gusta mucho este poema austero, descarnado en su secreto dolor.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Me gustó mucho tu texto, por su áspera belleza. Tiene imágenes muy potentes. Un abrazo. Adriana Maggio
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