ÍGNEO
Fui
una niña feliz. O ingenua, que casi siempre quiere decir lo mismo.
Y
anduve por la infancia en mi corcel de sueños
creyéndome
una réplica de pequeña princesa o ave del paraíso.
Después,
ni adolescente, sobrevino el cadalso
y
seguí siendo ingenua, pero ya no feliz.
Desterrada
del sitio donde fundé la historia deambulé en acertijos e indescifrables
signos.
Sin
pertenencia, paria, extranjera, exiliada
construí
un archipiélago, jamás un continente
y
volcánicas olas arrasaron mis islas que vagan como en búsqueda sin conciencia
del génesis.
Apenas
un remanso, cierta playa extraviada que
surcando la noche me habló de tierra firme
pero
a la previa luminosidad de la mañana se volatilizó sin dejar huellas.
¿O
este miedo imprevisto que me asalta en las noches es una llamarada del recuerdo
/innombrable?
Preguntas
y preguntas, huestes de mil preguntas me cierran las salidas, me asfixian, me
/amenazan
y
yo, tan vulnerable, tan pobre de armamento, tan carenciada, tan indefendible,
ensayo
una respuesta vital, transformadora, que
acaba en el fracaso.
Habrá
algún sitio que aún no he descubierto
donde guarden con celo el viejo manuscrito
y
entre sus hojas inmortales yazga la sentencia fatal.
Pero
qué hacer si un día mis ojos tropezaran
con la letra que exprese la razón de la ausencia
de
qué modo suicida, irremediable, incauto, borraría su perfidia, anularía el
fallo
de
qué modo morir, digo, y nacer de nuevo sin pátina del burdo pecado original.
No
es posible, no ahora, emerger del Leteo
sólo
cuento con esto y sin volver atrás
deberé
refundarme como ciudad diezmada restaurando las ruinas.
Los
círculos concéntricos crecen y se agigantan
repitiendo
los gestos, los ritos y las horas.
Si
Borges me soñara en la unánime noche para que el Fuego nunca pudiera lastimarme
y
yo lo atravesara, vestal incandescente
sólo
como reflejo de su rojo brutal.
Pero
todos los fuegos avorazan mis pieles
soy propicia hojarasca de purificación
y
me voy consumiendo sin que nadie sospeche
mi
atavío de cenizas en la noche final.
©
Olga Liliana Reinoso
Cuàntas cosas habrìa que escribir sobre tu poema. Hay un Yo, ingenuo, vulnerable y carenciado, que se pregunta y trata de responderse, busca un lugar o una palabra para "emerger" en ese espacio que procura el olvido, las aguas que borraràn una parte de la historia.
ResponderEliminarPerdòn por mi interpretaciòn...pero me gusta, a veces, meterme en las profundidades de algunos poemas aunque se sabe que casi nunca responden a lo que el poeta ha querido decir.
Gracias por compartirlo!
Cariños
Hilda Dìaz
Querida Liliana, una dolorosa y poética autobiografía. Pero ¿qué buena poesía no está llena de dolor...? Un gran abrazo.
ResponderEliminarGracias a ustedes por leer el dolor. Alivia.
ResponderEliminarLa tierra mas firme siempre puede ser una isla si no estamos abiertos a lograr esa transformación, que solo de nosotros depende Aunque duela debemos comprender que la oportunidad de vivir es HOY
ResponderEliminarProfundo bello Gracias Liliana Un abrazote
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