CIELOS DE OCTUBRE
Recordaba tus
bucles recortados por la luz
de la plaza mayor
de un pueblo
que hubiera sido
hermoso en otras circunstancias.
Sentada de
espaldas a la calle en ese pequeño bar
dijiste
-intento recordar
las palabras exactas-
«cuantos momentos
habrá marcado ese reloj»
señalando mi
muñeca izquierda
Ese reloj tenía
sus tiempos y los míos detenidos
bajo su esfera
transparente.
No mostraba
porque no sabía, lo que pasaría afuera
en la estación de
micros, en otras plazas.
La distancia
irracional separando seres e historias.
De nada serviría
el miserable recurso del poema
en esos instantes
donde ya no se
puede ni siquiera respirar
evocando un
interregno que no fue.
La tarde
increíblemente clara
golpeando una y
otra vez,
sin una mínima y
decorosa piedad.
Ser joven no
garantizaba nada,
solamente
que la vida
pasaría sobre
nosotros.
Muy buen poema, Francisco.Lo sentí como si cada palabra fuese un escalpelo haciendo incisiones en la piel de la vida. El final excelente. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarJorge Luis Estrella