Los días perdieron el rumbo
y ya no pude bajar
en ninguna estación del año.
Quedé atrapada
en los encajes oscuros
que urde la ponzoña de la soledad.
No pude ver la figura artera
detras de la voz blanca.
No era yo bajo mi piel,
era una extraña que cautivó la luna
por un tiempo,
la que le mentía al reloj
y lo hacía girar en reversa.
Se estrelló contra el vacío,
no sé como no lo pudo ver.
Lloró el pañuelo del adiós
por aquella loca que murió
bajo la ley de la luna
llevando en el bolsillo
la libertad de las aves del cielo.
Bajo la cruz
que forman los cuatro vientos
yace en el monte del olvido;
de su cuerpo se yerguen
flores despechadas.
Una buena apuesta este poema que desborda de imágenes y sabe contar su historia.
ResponderEliminarClaudio Simiz
Un cúmulo de bellas imágenes forman este poema donde lo sensorial se destaca
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Un cúmulo de bellas imágenes forman este poema donde lo sensorial se destaca
ResponderEliminarmaria elena tolosa