Hablo del amor
como de reyes muertos,
uno tras otro,
despidiéndome antes de mi luto,
tirándome al mar
antes de haber soplado
cada ceniza de rey,
cada clavícula amada.
Hablo del amor como de
mi propia ceniza:
Voy a quedar en la ausencia,
que ahora sólo me quema y
me sigue,
fuego como una sombra,
y lo que no existe.
Hablo del amor
como de reyes intactos,
y mi corona es este no quedarme
sino esperar,
sino mirar la ausencia,
el recuerdo de un naufragio.
Duele, pero... es así, querida Irene
ResponderEliminarUn poema elegante ante la ausencia
Ignacio
Un poema de amor y ausencias , realmente muy bello
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Perfecta radiiografía y síntesis del amor
ResponderEliminarRubén Amaya
Irene el amor asociado a las cenizas al naufragio a un fuego que quema desde las sombras es algo muy triste pero al menos fue fuego y por mas que uno lo atice siempre nos vencen las cenizas Un abrazo Irene y Buen Año!!!
ResponderEliminarAlta poesía, oficio de un largo trabajo superador.
ResponderEliminarExcelente, de una precisión y justeza admirables.
Alfredo Palacio
un abrazo irene!!!en este camino de poesia que quema y gratifica
ResponderEliminarmaria del mar
Precioso tu poema,que describe tan bien esa gran pasión humana, cuando se extingue...
ResponderEliminarAbarzos
Marta
MUY BUENO IRENE. SIEMPRE DISFRUTO LEERTE.
ResponderEliminarlily chavez
MUY BUENO IRENE. SIEMPRE DISFRUTO LEERTE.
ResponderEliminarlily chavez
POESÍA, cenizas, ausencia, dolor, belleza.
ResponderEliminarBesossssssssss
Qué maravilla poder hablar del amor, que se esconde en las cenizas de cualquier "rey" que ocupa nuestro corazón. Qué maravilla sentir que la ceniza del otro es la propia. Y que la imagen que nos queda, la corona, es, exactamente, lo intacto. Eso es lo que vale. Lo que rescata la voz del poeta. De cualquier naufragio. Bello poema, Montsé! Abrazo. Isabel Krisch
ResponderEliminarQué maravilla poder hablar del amor, que se esconde en las cenizas de cualquier "rey" que ocupa nuestro corazón. Qué maravilla sentir que la ceniza del otro es la propia. Y que la imagen que nos queda, la corona, es, exactamente, lo intacto. Eso es lo que vale. Lo que rescata la voz del poeta. De cualquier naufragio. Bello poema, Irene! Abrazo. Isabel Krisch
ResponderEliminarIrene
ResponderEliminar¡Es un bellísimo poema de amor!
Tiene determinados recodos donde el silencio habla por vos.Todo un logro.
Un abrazo
Susana Giraudo