Pequeña historia
Se
sentó
en el
balconcito
y vio
pasar
su
cadáver.
Iba
verde,
escoltado
por
una algarabía
de
timbales y panderetas.
Brillaban
en sus ojos
las
monedas para el viaje.
Le
dijo adiós
a la
música
que
se perdió por las callecitas.
Sonrió
y
descansó la cabeza
en la
pared.
Hay que enterrar a los muertos.
© Adriana Maggio
Una apología a la muerte silenciosa con un respetuoso final, si hay que enterrar a los muertos
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Adriana, tierno, bello y profundo, tu poema con diminutivos y cuadro y movimiento. Pareciera que la mujer del cortejo está contenta. Y la que mira está obsesionada por la muerte.
ResponderEliminarUñso inverso de la frase del Evangelio. Hau que enterrar a los muertos y vivir, porque ellos quieren seguir viviendo. Así lo entiendo en su mágico clima de un Macondo muy personal. Un beso
Isabel Llorca Bosco
Me gustó mucho Adri
ResponderEliminarSí hay que soltar.
desde graciela abrazo
Es original y tan tierno
ResponderEliminarAbrazos
Betty
Surrealismo puro en esa imagen increible de la muerte y su destino.
ResponderEliminarMuy bueno
Ignacio
Hola Adriana: qué fuerza qué magia en este poema. Por un lado esas"monedas para el viaje" nos remiten a tradiciones muy antiguas literalmente de la Edad Antigua de la historia. Por otro lado sentí en tu poema el devenir en una calle de pueblo de una procesión maya.Hay un fuego del realismo mágico latinoamericano en ese apoyar "la cabeza contra la pared", un clima a Comala y a Pedro Páramo, y a ese color del Día de los Muertos mejicano.Un grandísimo poema Irene Marks
ResponderEliminarMe gustó esa profundidad en la brevedad Tremendo Gracias Abrazos
ResponderEliminarDesprenderse de sí, dejarlo ir, y esas monedas en los ojos para permitir el viaje... excelente.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
Interesante poema, estoy de acuerdo hay que permiter que se vayan. Un saludo Ana Romano
ResponderEliminarPermitir que se vayan, permitirnos irnos.
ResponderEliminarAbrazo
Alicia Perrig
Querida Adriana, tu poema me recordó uno de los "Sueños" película del genial Kurosawa, donde con alegría y música se despide a un muerto. Acá se despide a quien partió y también se despide a partes que ya no nos representan...hay una enorme tranquilidad y felicidad al recuperar la energía que se utilizó en sostener lo muerto...al decir yo ya no soy aquélla, es muy liberador, que tengas hermosas fiestas, un abrazo grandote, María Chapp
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