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21/11/12

Poema de Luis Alberto Ambroggio


El suicidio del ángel  


La oscuridad era insoportable.
Dios tampoco aparecía.
El ángel se siente manchado,
negro, infierno, alma muerta
en el túnel de la vida,
el mal o los males, acusaciones,
culpas masacran su existencia,
oscureciendo su grito blanco.
Adentro respira con espesura
la consciencia del deterioro
en el irremediable diseño de esa caída,
hasta el fondo, o más allá,
donde todo choca con puertas cerradas
la hediondez de una caverna.
La salvación, un lenguaje inalcanzable.
Ausente la brújula del pecado normal,
del perdón o de la excepción de la rutina
que ilusiona al peso de la carne
y a los huesos, al espíritu, en afable compañía.
Invadido por un huracán de tormentos
ejercita la negación del placer, del tacto
de una mirada dulce, la melodía
de un pájaro con la grave inocencia
de sus cantos perdidos.  

Alma estrangulada con el asesino a cuestas.
En su nido inexplicable de tinieblas,
el angel -él, ella- se estrella contra el polvo
donde se hallan luego,
bajo la escoba que barre las muertes,
dos lágrimas con la inocencia del cristal,
un humo pálido entre el ardor del verano
y la nieve.

 

© Luis Alberto Ambroggio

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