Memoria de la
Carne
Pongo carbón
papel
y enciendo el fuego.
Después del primer vino
flota en el aire
-a la luz del hierro caliente-
el olor a grasita chamuscada de viejos asados.
Fantasmas que en su gotear
son
el perentorio ahora de mi nariz
domingos o lunes o jueves
que se funden en el aire
en el acto único de mirar las chispas
teofanía del presente.
No hay nada que decir del tiempo.
Parece que se mueve
pero se queda ahí
por ejemplo
agarrado a los fierritos de una parrilla.
© Walter Iannelli
Me encantó tu texto, Walter. Me pasa lo mismo en los asados: es ese momento, pero también se trata de muchos otros momentos que quedaron prendidos en el alma y en los fierritos de la parrilla. Desde un singular asadito, pasaste -por obra de tu talento- al universal del tiempo. Buenísimo. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarMe alcanza de lleno, Walter, tu poema en mi propia memoria de la carne asada. De lleno me alcanza. De satisfecho.
ResponderEliminarRolando
*
Walter, son parte del olfato cotidiano esos aromas que quedan para siempre en nosotros, en este caso el de otro asados pero cuánto cuanto suele pasar por nuestra nariz en imágenes. Un abrazo
ResponderEliminarLily chavez
Hay que ser muy poeta. Felicitaciones
ResponderEliminarAbrazo
Alicia Perrig
Se percibe el olor, la familia, los amigos... y esos recuerdos que hacen nido. Sumamente grato, un abrazo.
ResponderEliminarBetty
Algo cotidiano pero tan importante los asados de los domingos o cualquier dia pero siempre con algarabía ¡ como los estraño ¡
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Cuando se sabe, todo puede entrar en lo poético. También recuerdo yo, al leerte. Asado implica amigos,años, vida.Excede lo imaginado.
ResponderEliminarSaludos
Isabel Llorca Bosco