Un puerto lejano
me busca
agita sus gaviotas
en las nubes de yeso
de su calendario.
Las olas
desgarran
el velo huidizo
de la distancia,
envuelven
con algas y caracolas
mi habitación reversible.
Tengo atados
viejos barcos
en el muelle de mis ojos,
salen mar adentro
atravesando
la metrópoli de mis venas
hasta llegar
a mis antepasados
despuespresentes
disueltos en mi.
Las manos
de la brisa
acarisian mi soledad
tan tibia
como el ayer.
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