RÉQUIEM
a
Papá
Lustrar los zapatos familiares
era una ceremonia de domingo.
Alinearlos par por par
de mayor a menor sobre un diario
viejo.
Las latas de pomada
el cuero untado con cuidado.
Y el cepillado final
que los dejaba como nuevos.
Para lo último dejaba los suyos.
Esos que cubrían apenas
un andar lento y cansado.
Cambiarlos era tan duro como
vivir
por eso el esmerado lustre
para que no se notara lo
cuarteado.
De terapia intensiva
a la morgue despiadada
lo llevaron descalzo.
¿Qué le habrá dicho a la muerte
al encontrarse abandonado así
sin documentos
sin lentes
sin
zapatos...?
© Francisco Alberto Chiroleu
Que era un gran tipo y !che! que hijo poeta te mandaste!!!
ResponderEliminarBesossssss
cuanta nostalgia de mi viejo en este poema, pase por el y se me quedo un pedazo de tristeza
ResponderEliminarpatricia corrales
Magnifico tu requiem.
ResponderEliminarNo por ello disminuye la pena
Saludos
Marta Zabaleta
Es un hermoso texto. No me entristece, me llena de ternura, porque trasunta amor, orgullo y admiración por la figura paterna, y eso enriquece el alma del hijo y del lector. Me encantó que se focalizara en los zapatos, que se cuidaban y lustraban porque tenían que durar mucho, no eran fácilmente reemplazables, tenían el valor de las cosas costosas e imprescindibles: como los afectos. Y esa pregunta final... Seguramente un padre así habrá sabido decir lo apropiado, como supo hacer lo apropiado para enorgullecer y servir de ejemplo. Un abrazo. Adriana Maggio
ResponderEliminarHermosa descripción de la muerte de un ser entrañable. De los despojos que sufriremos en los espitales y la morgue "despiadada". Mas yo siento con temblorosa y a veces firme seguridad, que ningún vesturio llevaremos en el trance de muerte, porque es inútil, poque ya no tendremos los pies en la tierra, sino que, como ´árboles llevaremos m´las o menos frutos "por sus obras los conocerléis". Y allí estará el lustrador de los sábados,
ResponderEliminarcon su mundo de espejos.
Un abrazo
Isabel Llorca Bosco
Hermosa descripción de la muerte de un ser entrañable. De los despojos que sufriremos en los espitales y la morgue "despiadada". Mas yo siento con temblorosa y a veces firme seguridad, que ningún vesturio llevaremos en el trance de muerte, porque es inútil, poque ya no tendremos los pies en la tierra, sino que, como ´árboles llevaremos m´las o menos frutos "por sus obras los conocerléis". Y allí estará el lustrador de los sábados,
ResponderEliminarcon su mundo de espejos.
Un abrazo
Isabel Llorca Bosco
que cosa tan conmovera este poema, la nostalgia teje maravillas aveces y también de la pena se arranca la belleza.
ResponderEliminarWalter Mondragon