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11/9/12

Poema de Walter Iannelli



Los que esperan en Zumatra

Alguien llama a una puerta de Zumatra y nadie atiende.
Alguien sigue llamando a pesar de todo.
Llama con las manos con las aldabas
y con la oscuridad que
le viene de la lluvia
de los búhos.
Alguien llama pero no espera que le abran
porque en Zumatra siempre es tarde
y hay ojos en las paredes que se ríen del que espera.
En Zumatra se bajan las celosías y
los belfos de los caballos exhuman el aire
le dan olor a entierro.
Los pabilos no se protegen
y apenas se reconocen las caras de los amigos.
Entre ellos se miran sin indolencia
y se apiadan mutuamente de sus vidas.

Cuando sale el sol en Zumatra
siempre alguien espera en la puerta de alguien
y las mujeres pasan como correlimos rumbo al mercado.
Ellas aparecen cantando entre dientes
una canción que aprenderán los chicos
y que muy pronto se llevará el viento.
Habrá un ajetreo de puertos y el murmullo de las máquinas
irá creciendo como una nube de mosquitos.
Luego el sol se irá de a poco
y sólo se oirán los últimos silbatos de las fábricas
y los que esperan se incorporarán sobre sus plantas
remendarán sus llagas
y con la primera oscuridad
volverán a golpear las puertas cerradas
para que nadie les abra.

© Walter Iannelli

5 comentarios:

  1. Un hermoso poema que me deja pensando en esas imágenes, frente a esa puerta que nadie abrirá. Y sigo frente al poema...

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  2. Bello poema, que devela una armoniosa matriz a la vez narrativa y descriptiva.

    Claudio Simiz

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  3. ¡Por qué Zu matra? El poema es tdo preguntas, su estrategia de iterar la idea de las puetas cerradas lo hace expresivo en su fondo y moderno.
    Bien, muy bien.
    W.M

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  4. Walter:

    Me gusta mucho tu poema, todas las imposibilidades en Zumatra las resuelves muy bien en la poesía. Un poema reiterante y circular, sin escapatoria parece, en el que ilustras bien la eternidad.

    Un abrazo

    Carmen Amato.

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  5. Es un poema inquietante, que se abre a múltiples interpretaciones. Me detengo en los sonidos, y relaciono "Zu matra" con 'su madre', para llegar -a mi pesar- a la idea de la desprotección total, de la orfandad que nos abarca a todos los seres humanos. Todos vivimos durante el día simulacros de acción, y por la noche, cuando no hay movimientos que nos alejen de la realidad, volvemos a golpear a puertas que no se abren, estamos solos otra vez, irremediablemente. Me conmovió mucho tu texto. Gracias. Adriana Maggio

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