
RECORDARE
Al pasar las horas claras entró el tono indefinido de la noche; continuó negra la carga de sueños y copioso el sudor, fue compañero.
Palideció al posarse la mirada sobre el rostro lejano, y ausente, esbozó sutil sonrisa al sentir, el roce de los brazos rodeando entre zafiros la figura.
Volvió la soledad a su covacha, el silencio acompañó nuevamente a los suspiros, y la mirada, traspasó sin ver… a la primera brisa tiernamente abrazada a la alborada.
© Sonia Quevedo
Romántico , tierno , sutil un poema bellísimo
ResponderEliminarmaria elena tolosa
¡Un bello cuadro pintado con palabras!
ResponderEliminarFelicitaciones, Sonia y un beso grande
María Rosa León
¡Que hermosura! Un final arrobador... sobran mis comentarios... sólo leer y disfrutar.
ResponderEliminarLas palabras se caen de la pintura.Bella prosa Sonia. Un beso
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