Poema de Marta Ortiz
cuento de invierno II
II
rehila la arpista cuerdas de agua y ñandutí
al trazo que el retratista imprime
pósters de Olmedo y el Ché
abren póstumas sonrisas
al filo de la oferta artesanal de lana y poliéster:
corre el mes de julio de 2008
y el frío desuella
............. desnuca
© Marta Ortiz
Etiquetas: Marta Ortiz
10 comentarios:
Me encantó!!
Un cariño
Marta, qué lindo poema, gracias
Se respira el aire de una feria artesanal vividamente... un recuerdo atrapado en palabras justas, una poesía delicada.
Quién es Olmedo?, bueno acá también van en las polveras de los caminones y los pechos altivos las estampas de Ernesto Guevara de la Serna, al que todos revendemos a diario con nuestras cotidianas cobardías.
Estupendo tu poema,
Walter Mondragón.
Hermoso poema homenaje a Olmedo que se fue en esa forma de este mundo. Te felicito.
Un beso
Graciela Licciardi
Hola Marta:Como dijo Ricardo Juan Benítez, logradìsimo el clima de la feria, junto con la miseria de los que venden parados en los puestos, cuando "el frìo desuella", y las "pòstumas sonrisas" tambièn son objeto de lucro para quien lo necesita tanto.
Excelente Irene Marks
Querida Marta: magistrales pinceladas de lo cotidiano...se siente ese frío...la lucha por sobrevivir y los mitos que acompañan...un beso, María Chapp
Sí,Marta buenas pinceladas sobre lo cotidiano// y recuerdos para personajes que hicieron historia//
desde graciela abrazo
Me ha gustado, Marta, tu cuento de invierno, sí, incluyendo a esos íconos, como vos, también nacidos en Rosario: Alberto Olmedo y Ernesto Guevara. (Al amigo que ignora quién es Olmedo le sugiero que lo busque en Wikipedia.)
Rolando
*
Gracias Nerina, Irene, Rolando, Graciela L. y Graciela W.,María, Ricardo, Susana, por sus comentarios. Walter Mondragón, Olmedo fue un gran cómico argentino, muy conocido, como nació aquí, en mi ciudad, Rosario, es un ícono, como lo es el Ché pero en otra, muy diferente dimensión.
En realidad este cuento de invierno es un poema largo que consta de tres partes. Esta es la segunda. Y se trata de un intenso "viaje", pleno invierno, por la peatonal rosarina que, como seguramente muchas otras en Argentina, se convierte en un mercado persa donde todo vale y comparten espacio el retratista, la arpista, la clase de tango, los manteros,la venta de pósters con las imágenes de personalidades que ya son más fetiches que otra cosa, el abrigo propio de la estación y tanta necesidad más que se abre paso en el espacio común. Un paisaje que duele recorrer y que se repite, con la cadencia del tiempo siempre circular, Abrazo, Marta
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