La muerte del poeta
Murió envuelto en la piel de sus palabras,
su muerte tiene el perfume de las letras;
lo acompañan metáforas y elipsis,
metonimias de sus noches en vela,
y le hace vela un alfabeto perpetuo
entre los versos que a su alrededor, se atropellan.
Tiempo y sombra nombraron al olvido, y no pudieron.
Cuando anden los días,
cuando los días anden, veremos que su muerte fue un engaño,
es que no existe la muerte del poeta,
sobrevive en los cafés y las cortadas
o en los pinos que el viento desenreda,
en el mar, en el amor que juega con la alegría y con la pena
y en el hueco que la noche teje
cuando el poeta construyó el poema.
© María Amelia Diaz
El poeta es el espíritu del poema ¿puede acaso morir?
ResponderEliminarDavid Antonio Sorbille dijo...
ResponderEliminarY construíste un gran poema! Un abrazo
Querida María Amelia: un gran poema de una grandísima poeta, con todas las referencias a los recursos poéticos que danzan ante nuestros ojos como compañeros eternos de la poesía, a la vez que no podemos evitar sentir esas "cortadas" y esos "caf" donde la nostalgia trae las voces de los que se han ido y que tanto quisimos. Un homenaje a todos los poetas y a la poesía que sentí mucho. Con cariño Irene Marks
ResponderEliminarMaría Amelia:
ResponderEliminarGran poema a la vida a pesar de las pérdidas...
Un abrazo.
Dragontesa Leuzzi.
el poeta o la poeta mueren no sus versos que hieren la pupilano sus líneas que tejen universos
ResponderEliminargracias muy estimulante
W.M