Poema de Yolí Fidanza

CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SIMONE de BEAUVOIR


FILM

Hacer una obra, es, en todo caso
hacer ver el mundo.
Simone de Beauvoir
I 1908-2008

Un rostro en primer plano, detrás ilusión de vida en blanco y negro.
Unas manos alzadas persiguen la ansiada libertad.
Sin pudor Simone se despoja del manto de Dios, si Él no es Padre,
ella es dueña de su vuelo. Sueña ser la paloma de Kant,
el aire que la resiste, en lugar de trabar el ala, la soporta.
Agazapado el tigre de la guerra irrumpe en un asalto feroz
y en noches sin luna peces de acero desovan miedo y muerte.
Una araña gamada inyecta su veneno.
París bebe antídotos. Heroica, resiste.
La Flor de Lys tímida asoma, la rive gauche se viste de bohemia.
Los mandarines dictan desprejuiciados mandamientos.
La juventud recita letanías a los valores nuevos.

En la terraza del Café de Flore, Simón es jardinera,
cultiva amigos, airea el clima de la náusea.
En la cátedra es otra, sacerdotisa de un pensamiento
deja la blusa clara y revestida de estricto gris
inquiere en el absurdo, interroga la condición humana,
señala paradojas del segundo sexo.
Loco Castor que con una Cobra pacta amarse hasta la muerte
Y aunque la alianza ciñan,
duermen sin culpa en camas de amores contingentes.

En la pantalla Simone ríe, juega a cambiar de máscaras.
En las nocturnas cuevas los maquillados labios
y entre volutas de cigarrillos negros las difusas palabras..
La madurez recoge en un turbante las altivas trenzas
y ella , insaciable, inquiere en el vivir, en el morir.

Caen los calendarios, fiel a su oficio, deja en la muerte su mundo escrito.

© Yolí Fidanza