Poema de Amalia Zacoutegui

Cuántas veces el filo!
Cuántas veces la oscura huella de su paso, ese deshojamiento de sangre cercando lo que cae.
¿Cuándo será sólo un relámpago herido, una huida del nácar, una chispa de luz muriendo en la espesura?
Sin embargo, llora el ánfora que anhela su vacío.
Ha quedado en la arcilla un pájaro esbozado,
un fragmento de alas inconclusas, un canto mudo y retenido.
Ha sido cercenado el brote verde. La desnuda raíz del alma, entre las piedras.
Cuántas veces el filo!.
Cuánto surcar y destejer la urdimbre del ángel sin tiempo, que se niega a la muerte
y se vuelve un arenal que cabalgan los vientos,
un batir de alas ajenas a la vida,
una savia mutilada, infértil.
Cuando duelan y crepiten la piel y la palabra en el incendio irreversible de los huesos,
será demolición la arcilla detenida,
hendirá el pájaro esa cuna - sepulcro
y en su fragilidad, a medio hacer, apenas dicho,
será una astilla de pájaro ardiendo en pleno vuelo.

© Amalia Zacoutegui