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1/12/11
Poema consigna de Mónica Angelino
palabras agusanadas en la tierra de la pala
palpitan en el mango que se aferra con vigor
a las manos callosas
detrás de las ventanas
limpios los vidrios
lustrado el nombre del amo se esconde
-frondoso-
sombreado por la mata
el ojo de un amor
separado de clases.
© Mónica Angelino
Pintura: Diego Velázquez
muy bella tu interpretación. un placer leerte. susana zazzetti.
ResponderEliminarUna excelente trasposición estética, al mejor estilo angeliniano, Mónica.
ResponderEliminarAplausos, bises y besos
María Rosa León
...ménage-à-deux ??? ... ménage-à-trois ??? ... sutilezas que toman por sorpresa y ese toque de humor negro angelino ... me encantó, Mónica !!!
ResponderEliminarun abrazo
Lía Miersch
Mónica, me encantó tu poema.
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
guauuuuuuuuuuu
ResponderEliminarme encantó
desde graciela abrazo
Una original interpretación Me gustó mucho Monica Un abrazo
ResponderEliminarQue mas se puede pedir un cuadro de Velazques y un poema tuyo para describirlo
ResponderEliminarmaria elena tolosa
Me resultó triste este Velazquez y vos - con talento - le fuiste desprendiendo del lienzo las palabras. Y me contaste una historia, y me abriste los ojos a colores que no había visto. tq amiga
ResponderEliminarLily Chavez
Pintor español, máximo representante de la pintura barroca española. Nació en Sevilla el 6 de junio de 1599. Procedente de una familia burguesa sevillana, fue el mayor de seis hermanos. Entre 1611 y 1617 el joven Velázquez trabajó como aprendiz en el taller del que sería su futuro suegro, Francisco Pacheco, pintor manierista y autor de un importante tratado titulado El arte de la pintura (1649). Durante sus años de aprendizaje, Velázquez aprendió el naturalismo tenebrista imperante en su época, derivado del realismo italiano y del flamenco. Las obras más tempranas de Velázquez, realizadas entre los años 1617 y 1623, pueden dividirse en tres categorías, el bodegón (objetos de uso cotidiano combinados con naturalezas muertas), retratos y escenas religiosas. Muchas de sus primeras obras tienen un marcado acento naturalista, como La comida (c. 1617, Museo del Ermitage, San Petersburgo), bodegón que puede considerarse como la primera obra independiente del maestro. En sus bodegones, como El Aguador de Sevilla (c. 1619-1620, Aspley House, Londres) los magistrales efectos de luz y sombra, así como la directa observación del natural, llevan a relacionarlo inevitablemente con Caravaggio. Para sus pinturas religiosas utilizó modelos extraídos de las calles de Sevilla, En La Adoración de los Magos (1619, Museo del Prado, Madrid) las figuras bíblicas son, por ejemplo, retratos de miembros de su familia incluido su propio autorretrato.
ResponderEliminarSin embargo, en el año 1623 hizo un retrato del rey Felipe IV (1623, Museo del Prado) y el monarca le nombró su pintor de cámara. Este lienzo fue el primero de una serie de retratos soberbios y directos, no sólo del rey, sino también de la familia real y otros miembros de la corte, ya que realmente, su principal ocupación en la corte era la de retratar, aunque también abordó temas mitológicos como El triunfo de Baco, popularmente llamado, Los borrachos (1628-1629, Museo del Prado).
Hacia 1640 pinta los retratos de caza de la familia real para la Torre de la Parada, un pabellón de caza cerca de Madrid. Perteneciente a la década de los últimos años de 1630 y principios de 1640 son los famosos retratos de enanos de corte que reflejan el respeto y la simpatía con que eran tratados en palacio. Velázquez pintó pocos cuadros religiosos, entre ellos destacan el Crucificado (c. 1632), La coronación de la Virgen (c. 1641) y San Antonio Abad y san Pablo primer ermitaño (c. 1634), todos ellos en el Museo del Prado. Durante los últimos años de su vida, Velázquez trabajó no sólo como pintor de corte sino también como responsable de la decoración de muchas de las nuevas salas de los palacios reales. En el año 1649 regresó de nuevo a Italia, en esta ocasión para adquirir obras de arte para la colección del rey. Durante su estancia en Roma (1649-1650) pintó el magnífico retrato de Juan de Pareja (Metropolitan Museum of Art, Nueva York) así como el inquietante y profundo retrato del Papa Inocencio X (Galería Doria-Pamphili, Roma), recientemente exhibido en Madrid. Al poco tiempo fue admitido como miembro en la Academia de San Lucas de Roma. Su elegante Venus del espejo (National Gallery, Londres) data probablemente de esta época. Las obras clave de las dos últimas décadas de la vida de Velázquez son Las hilanderas o La fábula de Aracné (1644-1648, Museo del Prado) composición sofisticada de compleja simbología mitológica, y una de las obras maestras de la pintura española Las Meninas o La familia de Felipe IV (1656, Museo del Prado), que constituye un imponente retrato de grupo de la familia real con el propio artista incluido en la escena. Velázquez continuó trabajando para el rey Felipe IV, como pintor, cortesano y fiel amigo hasta su muerte acaecida en Madrid el 6 de agosto de 1660. Su obra fue conocida y ejerció una importante influencia en el siglo XIX, cuando el Museo del Prado la expuso en sus salas.
Qué buena interpretación, Mónica, original y muy logrado relato!! Besos, María Chapp
ResponderEliminarDavid Antonio Sorbille dijo...
ResponderEliminarFascinante poema, Mónica. Un abrazo.
Me encantó la interpretación que hiciste del cuadro :)
ResponderEliminarMuy bueno Mónica!
Hermoso y muy vívido poema recostado sobre la bella pintura que lo habita. Gracias por la poesía. Un abrazo. Antonio.
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