
Cada noche
añadía una palada al montón de escombros.
Cada mañana
se sentaba encima
posaba para giocondas.
Cada noche
juntaba sus migajas
para lanzarlas a los cuatro vientos
al otro día.
Antes de acostarse
pulía su cadena y su grillete
para que estuviesen irreprochables
a la mañana siguiente.
Aunque al dormirse olvidase sus roles
cada mañana
volvía a trabar conocimiento
con la marioneta del espejo.
Y así
hasta
© Paulina Juszko
Genial.
ResponderEliminarBrillante tu poema.
Un abrazo
Lindo poema...muy metaf´rico.
ResponderEliminarAbrazos
Rosa Lía