7/8/11

Prosa de María Teresa Andruetto



Arroz con alcachofas

El aceite borbotea en la sartén. Allí he echado dos alcachofas acuchilladas. He convertido a esas flores antiguas en corazones abiertos, en carne viva.
Me he dedicado después a esperar que largaran la sangre o el sudor, según se mire.
Luego he reducido una cebolla grande y llena de luz, a polvo, a jugo, a numen. Y otra vez he llorado.
Pero tan poca cosa no me amedrenta.
Me zambullo, con el jugo y las lágrimas, en el aceite hirviente y cuando todo se impregna, paso una lluvia de arroz de la caja a mi mano y de mi mano a la sartén en donde bullen los zumos del dolor y de la dicha.
Y puedo esperar que los granos se hinchen. Sé que soportarán (igual que yo) una hinchazón tres veces superior a su tamaño. Sólo hará falta agregar agua o caldo, un baño que les permita transitar por el infierno de la hornalla.

© María Teresa Andruetto

6 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Qué increíble lo que genera la cocina, como alguna vez - en otro tiempo - generaron "palabras al rescoldo" los aromas a hierbas.Un abrazo amiga. Tu poesía siempre me conduce a lugares que me miman.

Lily Chavez

7 de agosto de 2011, 21:30  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Qué lindo! Pero lindo en serio, lindísimo, lindazo, qué se yo, relindo. Mirá que tengo problemas con la comida que, casi siempre, me produce gastritis. Pero, tu poema culinario me produjo una inmensa alegría.

Jorge Luis Estrella

9 de agosto de 2011, 12:47  
Blogger Pilar ha dicho...

Hay que tener mucho ingenio, saber cocinar y ser gran poeta para crear tan bello texto a partir de la experiencia de preparar arroz con alcahofas. Buenísimo, buenísimo en verdad (el poema, digo, porque no hay invitación para probar el arroz). Felicitaciones y un abrazo.
PILAR ROMANO

10 de agosto de 2011, 16:48  
Blogger Ricardo Juan Benítez ha dicho...

Leer tu poesía fue algo así como volver a ver "La fiesta de Babbete", un placer sólo comparable a la combinación exacta de los ingredientes y un buen vino. Bravo.

15 de agosto de 2011, 12:33  
Anonymous Anónimo ha dicho...

"Lo cotidiano se vuelve mágico", como dice la canción, pero no basta el feliz encuentro de la cocinera con su preparado, eso puede ser arte culinario, detrás tiene que haber otra cocina, la cocina autoral de la ars poética de María Teresa, que puede hinchar de gusto al lector. Rubén Vedovaldi

19 de agosto de 2011, 20:42  
Blogger sacanueces ha dicho...

bellísimo!!!
un placer seguir con las imágenes de verte ahí en medio de la lucha cotidiana
gracias
francisco

27 de agosto de 2011, 10:37  

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