Poema de Miguel Falquez-Certain
El radicalismo de un futuro
Dicen que en el garito (que es la vida) y entre hermanos,
la tierra y el agua son de todos y se reparten por igual,
pero no os engañéis, que en el pasado, el presente y el
después,
en el ayer que ya no es, en el ahora que sólo existe y en el
futuro
que aún no es, las cosas tienen el nombre que el lobo les
asigna
en su lucha sin cuartel por poseer, hoy y tú, mañana y yo,
ayer y él, no somos en las circunstancias que nos dais sino
en las que decidamos nominar, el hombre y la mujer,
la garota y el chaval, el lobo, la zorra y el bufón, todos
circulan indefensos y sublimes por los meandros mercuriales
del dolor y del placer, tú y yo somos uno en la miseria
del tener, pero múltiples, unívocos y solidarios
en la cinta infinita y variopinta de Möbius en la que todos
sin temor nos encontramos, hoy y ayer y en el futuro
que aún no es, los hermanos sin revés, la calma ahíta
de la tierra en la que el agua, la suma de las cosas
y el placer, la ternura del momento en que el sinsonte
catapulta la sonrisa tintineante del reconocimiento
unánime y solidario, vibrante en su inocente
madurez, saldremos, tú y yo, los vecinos y el nogal,
la humanidad entera en su sabrosa idoneidad,
adelante dando tumbos y hallando el equilibrio,
la perfecta testarudez de una síntesis mortal,
construyendo el radicalismo de un futuro que es
presente sin fronteras, sin pronombres posesivos
en su turbulenta y engañosa realidad, la vida,
las cosas, la madera del nogal, la cama en la cintura
del huésped que eres tú y la risa que soy yo,
mi angustiosamente resuelta humanidad,
porque hoy, que no es ayer, construimos
la nervuda y musculosa realidad en la fragua
centelleante de la paz, discurriendo en el presente
y no en el futuro que aún no es, sin presiones
verticales ni ansias reprimidas, desenvolviéndonos
como lúdicas serpentinas en la irreductible
consonancia de un yo plural, el hoy en su cálida
presencia de brumas y arreboles, cara al sol,
sin antes ni después, en la elipsis transitoria
del placer y del saber, el hombre y el chaval,
la garota y la mujer, danzando en el círculo
inconcluso y seductor del atardecer, retomando
el día en la noche y el temblor, en las cenizas
del lobo y en el estertor de un nuevo amanecer,
solos, tú y yo y la entera humanidad, en el discurso
sinuoso y convincente de la solidaridad.
© Miguel Falquez-Certain
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