11/8/25

Poema de Miguel Falquez-Certain

 


El radicalismo de un futuro

 

Dicen que en el garito (que es la vida) y entre hermanos,

la tierra y el agua son de todos y se reparten por igual,

pero no os engañéis, que en el pasado, el presente y el después,

en el ayer que ya no es, en el ahora que sólo existe y en el futuro

que aún no es, las cosas tienen el nombre que el lobo les asigna

en su lucha sin cuartel por poseer, hoy y tú, mañana y yo,

ayer y él, no somos en las circunstancias que nos dais sino

en las que decidamos nominar, el hombre y la mujer,

la garota y el chaval, el lobo, la zorra y el bufón, todos

circulan indefensos y sublimes por los meandros mercuriales

del dolor y del placer, tú y yo somos uno en la miseria

del tener, pero múltiples, unívocos y solidarios

en la cinta infinita y variopinta de Möbius en la que todos

sin temor nos encontramos, hoy y ayer y en el futuro

que aún no es, los hermanos sin revés, la calma ahíta

de la tierra en la que el agua, la suma de las cosas

y el placer, la ternura del momento en que el sinsonte

catapulta la sonrisa tintineante del reconocimiento

unánime y solidario, vibrante en su inocente

madurez, saldremos, tú y yo, los vecinos y el nogal,

la humanidad entera en su sabrosa idoneidad,

adelante dando tumbos y hallando el equilibrio,

la perfecta testarudez de una síntesis mortal,

construyendo el radicalismo de un futuro que es

presente sin fronteras, sin pronombres posesivos

en su turbulenta y engañosa realidad, la vida,

las cosas, la madera del nogal, la cama en la cintura

del huésped que eres tú y la risa que soy yo,

mi angustiosamente resuelta humanidad,

porque hoy, que no es ayer, construimos

la nervuda y musculosa realidad en la fragua

centelleante de la paz, discurriendo en el presente

y no en el futuro que aún no es, sin presiones

verticales ni ansias reprimidas, desenvolviéndonos

como lúdicas serpentinas en la irreductible

consonancia de un yo plural, el hoy en su cálida

presencia de brumas y arreboles, cara al sol,

sin antes ni después, en la elipsis transitoria

del placer y del saber, el hombre y el chaval,

la garota y la mujer, danzando en el círculo

inconcluso y seductor del atardecer, retomando

el día en la noche y el temblor, en las cenizas

del lobo y en el estertor de un nuevo amanecer,

solos, tú y yo y la entera humanidad, en el discurso

sinuoso y convincente de la solidaridad.

 

© Miguel Falquez-Certain

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