17/11/18

Poema de María Teresa Andruetto



Un amigo me escribe desde Siria

                   a Pablo Sigismondi

Un amigo me escribe desde Siria,
dice pronto esta noche infernal
terminará y volveremos a caminar
sobre cadáveres. Recibo su mensaje
en la casa de la hija de otro amigo,
que ha cumplido quince. Somos viejos
los invitados a la fiesta; alguien canta
coplas, cantos cimarrones, montañeses,
que aprendió en los valles calchaquíes.
La mujer se llama Eva y le dedica sus coplas
a la niña que está cabeza baja mirando
el celular. También yo estoy cabeza baja,
tengo otro mensaje desde Siria, fui a
Maalula a ver a mi familia. No puedo
contarle esto a mi madre, este luto, este
dolor, Dios cubra a mi tierra con su manto.
La copla sale de la garganta de Eva, su
falsete es un grito que llega a Siria,
mientras la chica dice dale papá,
pongan música buena, que esto
está muy triste.


© María Teresa Andruetto

8 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

dos mundos diferentes, temporales y afectivos pueblan este bellísimo poema. susana zazzetti.

17 de noviembre de 2018, 15:13  
Blogger Marta Raquel Zabaleta ha dicho...

Excelentes reflexiones. Comparto tu dolor. Un fuerte abrazo, Marta

17 de noviembre de 2018, 16:25  
Blogger Anamaria Mayol ha dicho...

Terrible poema en todo sentido Abrazos

17 de noviembre de 2018, 18:42  
Anonymous Ciela Asad ha dicho...

gracias por tu poesía! Ciela Asad

17 de noviembre de 2018, 23:07  
Blogger Ricardo Juan Benítez ha dicho...

Duro poema, necesario. Por lo menos los jóvenes (la esperanza), siguen ajenos al dolor (o lo neutralizan, de alguna manera)

18 de noviembre de 2018, 10:39  
Anonymous Anónimo ha dicho...

conmovedor hasta el hueso!!!



maria del mar estrella

18 de noviembre de 2018, 12:24  
Blogger irepoesia@gmail.com ha dicho...

Un poema doloroso y muy necesario donde ambas realidades se unen en un grito. Cuánto sufrimiento y qué separados estamos de los que sufren.
Un gran poema y una pintura fiel de la humanidad
Irene Marks

20 de noviembre de 2018, 11:36  
Anonymous Anónimo ha dicho...



Para llorar a gritos este magnífico, duro y doloroso poema.

Un abrazo grande,

Alicia Márquez

24 de noviembre de 2018, 18:04  

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