MONTAÑA MÍA
Qué difícil fue subir a esta montaña;
año tras año empujar el cuerpo mientras subía,
sin saber cuál era el rumbo,
dónde se pregunta.
Hubo que llenar los vasos y dejar que desbordaran,
y traer nuevos vasos como si fueran jazmines;
cerrar los ojos para saber si era llanto,
si en el camino perdería su costado de cielo.
Y, más tarde, el ahínco por aclarar la voz,
por hacerla audible;
que aprendiera a decir yo delante de los presentes,
que no enmudeciera frente a unos pocos.
Que hiciera crecer a su fantasma: un día, todos los días,
y defendiera su miedo como defiende el árbol
su audaz siempre-verde;
que tensara su raíz, su lástima.
Montaña mía: aprendí a descender.
© Rafael Felipe Oteriño
Impecable Rafael Felipe Oteriño.
ResponderEliminarInmenso poeta sabio.
Saludo desde Córdoba
metáforas profundas, interpelan. Excelente Poema gracias por compartir Saludos desde San Miguel de Tucumán
ResponderEliminarPrecioso, querido Rafael. Fabiana León
ResponderEliminarHermosas metáforas!! Cristina Noguera
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