Llegamos y la abuela estaba sentada en la oscuridad
entré tocando las paredes
hasta que llegué a sus rodillas
no tuve miedo
pero años después entendí
que fue en ese gesto derretido en la oscuridad
en donde construí
mi lóbrego exilio.
© Antonella Vulcano
Bellísimo. Graciela Barbero
ResponderEliminarUn poema muy logrado Antonella.
ResponderEliminarAbrazo.
Ana Romano.