Entre Esquel y El Maitén.
En los altos
Ruedas que chillan
de espaldas a la catedral.
Piel amoratada que trepa
por el portillo,
padre que chupa del vaso recortado,
tiembla, resbala,
entre hipo e hipo
me saluda,
sin oficio me sonríe
-¡salud, hermanito! -me dice.
Carro que acuna a las criaturas
sube por la huella cacariza.
Miradas fijas sobre las montañas.
Costra, mugre.
Frambuesas que brillan
bajo el cielo índigo.
© Alejandro Cesario
Qué grito... qué se oiga..cada día se padece más.
ResponderEliminarqué fuerte! muy interesante, me impacta todo lo que dice con esas imágenes y ese ritmo cortante.
ResponderEliminarpleno de imàgenes, fuertes, muy bueno.
ResponderEliminarAnahi Duzevich Bezoz
Gracias Alejandro por su poesía que nos ayuda a mirar
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