Yo me habría acostado con Tiresias
-siendo consciente de su androginia
y de la mía-,
exhibido con orgullo la excentricidad,
a cambio de poseer un vidente
iluminado en su interior,
como los templos.
“– Para ello tendrías que haber falsificado
un pasaporte griego, Eugenia,
haciéndote pasar por la prima segunda
de Konstantin Kavafis.
Extranjera, lejana y prestigiosa,
nadie hubiera osado denigrarte...”.
© Eugenia Cabral
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Siempre un placer leerte. Una de nuestras primeras referentes en las letras de Córdoba en los 80'...
ResponderEliminarY tu compromiso cultural en la palabra...Te abrazo grande!
Alto poema Eugenia poeta!!!
ResponderEliminarExcelente! Graciela Barbero
ResponderEliminarCon mucho humor. PAULI
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