EL CARTONERO
El hombre acomoda las palabras en su carro,
cuelga letras desparejas de las bolsas
pendientes en los laterales,
se detiene junto a los árboles, desenvuelve
los residuos y entre la grasa, los líquidos,
los restos de comida halla un deseo,
un estímulo manchado de yerba,
un lapso de quietud en el plástico.
El hombre encuentra, no busca
desentraña desenmascara restos
sin clasificar, los acapara
en la parte trasera de su carro.
Ha cruzado el riachuelo por el viejo puente
con el ocaso por toldo y cuando vuelva
nada será igual, las palabras
húmedas calientes embadurnadas
se habrán entremezclado
como en un invernadero.
Diversas cepas de un virus piadoso
estarán listas para ser usadas,
entonces el cartonero
completará su faena,
las clasificará por motivos
pareceres o dudas, creará
con ellas la carga de veneno,
el bello envoltorio a depositar
en el buzón propicio.
© Alberto Extremera
Intenso y comprometido, el poema de Extremera trasmite el sentir de tantos cartoneros que lamentablemente deben rebuscárselas en medio de la hostilidad e insensibilidad circundantes. Gracias por exponerlo en tu mirada y tus palabras.
ResponderEliminarSaludos desde Córdoba, Alberto, Ricardo...
Si bien me quedan interrogantes
ResponderEliminarme gustó mucho este poema
una construcción mezcla de palabras y acciones extrañas, pero pueden verse al cartonero y a la atmósfera que lo rodea. Es realista y a la vez simbólico, o metafórico. Excelente!
La carga de veneno. Veo el carro cruzando el riachuelo (prohibido el tránsito de tracción a sangre)
ResponderEliminarAhi va, al comentario anterior.
ResponderEliminarEl cartonero y su carga de veneno, Muestra una realidad que duele.
ResponderEliminarAna Romano.
El carro, el cartonero, la poesía que no deja acostumbrarnos a que se vuelvan parte del paisaje
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