Qué hijos vamos a dejarle a este país
se agarraba la cabeza y el corazón mi viejo
cada vez que nos miraba a mi hermano y a mí...
A mi hermano, que ya era papá por tercera vez,
un trabajo, casa, mujer y amante.
Y a mí, soltero, puto y monjo
porque puto y fiestero por lo menos pasaba
yo no... era puto, devoto de una luz
que me dejaba por ratos ciego
y por otras atado a un manto claustro;
le gustaba decirme que yo prefería todo de rodillas
por eso rezaba con la lengua afuera
para sentir el agua bendita en mi garganta.
© Samuel Amaya
Bienvenido Samuel a éste sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos/as. Abz, Gus.
ResponderEliminarMuy bueno,!! Saludos Samuel Amaya, Silvia Durruty
ResponderEliminarEstremece! Gracias Samuel.
ResponderEliminarExcelente poema Samuel.
ResponderEliminarEstrenece.
Ana Romano.
Sensible y fuerte! Bienvenido!
ResponderEliminarTremendo poema Samuel! Bienvenido!
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