fruta de los charlatanes
sus ojos son ventanas a la noche
un fuego que no cesa de girar
sobre unas caries que hacen intolerable este mundo y los
demás
dan ganas de preguntar qué tan preparado está usted
para hacer uso pronto del evangelio la guía michelin del
espíritu
en esta tarde seca como los huesos de un perro
una explosión sinfónica que gusta de introducirse en sus
criaturas
seguramente le brindaría una porción de la calma que tienen
los ángeles
como salida del vientre de una máquina
dispensada por el aparato que todas las estaciones de
servicio
tienen en su patio de atrás
no fue acaso antes fernando
p. treinta y cinco y contando
el primero en desdibujarse hasta transformarse en esa sola
moneda
que lleva usted en su bolsillo
inclusive
cuántos asesinatos hace que no brinda con soda
como hacen todos los estúpidos de esta tierra
ajenos al licor de caña y todas las otras buenas cosas
mientras el empapelado cae y cae en láminas
decoradas (hasta el innumerable hartazgo) con su cara
en esa casa ambigua esa casa desierta sobre esa colina
que ya sabemos
donde no se puede pensar y ciertamente nadie debería hacerlo
también nuestras madres pensaron en el futuro de sus maridos
un garañón luminoso el pegaso de la oficina
que de un día al otro transmutaría en enrique el grande
en jacobo el magnífico (tantos son los nombres
de los sultanes cotidianos) y allí los tiene
atentos al televisor apagado la vacía lata de cerveza
sostenida por la artrosis comidos por el impétigo
conversando con su infancia en el salón literario del
alzheimer
la suya es una noche que no dispara
© Luis Benítez
Luis Benítez: una de nuestras voces más importantes, que trasciende las de su generación.
ResponderEliminarImaginación dicente en plenitud.
Con humor ácido a veces, con agnosticismo en otras, expone las dudas sobre lo que existe en lo recóndito del alma humana.
Siempre un placer leerlo o escucharlo. Abrazo grande desde Córdoba