Las ancianas entonan
canciones sagradas mientras caen.
Sus cuerpos se doblan
como juncos.
Melitona mira las nubes
desgarradas por el fuego,
corre al resguardo de los árboles,
y sus piernas de niña
van dejando uvas de sangre
entre los espinos.
© Emiliano Campos Medina
Tremendo este poema donde se cuenta con belleza el horror.
ResponderEliminarTantas uvas de sangre en nuestra historia. Cariños, Catalina Boccardo
ResponderEliminar