Deshojados
Como los árboles de otoño anticipan
las tormentas y llueven hojas
antes de la lluvia, nosotros cuando chicos,
presagiábamos las palizas.
Ni bien mi padre entraba de un portazo
intentábamos no temblar mirando
un punto fijo del aire sobre el plato.
Jurábamos que no eran lágrimas,
que eran hojas.
La casa se llenaba de hojitas caídas
y mi mamá decía
qué iban a pensar los vecinos,
entonces las escondía
en colchones y almohadones
y aprendía a bordar
cada vez mejores formas.
Así nosotros nos volvimos
árboles de invierno.
© Ohuanta Salazar
Las hojitas del miedo de la infancia ! Qué belleza!
ResponderEliminarHermoso en su nostalgia. Emociona. Gracias Ohuanta
ResponderEliminarOhuanta queda algo suspendido después de la lectura, como esas hojitas de las que habla el poema. Bellísimo.
ResponderEliminarOhuanta queda algo suspendido después de leerlo, como las hojitas de las que habla este poema. Bellísimo.
ResponderEliminarEl que dijo que la infancia fue maravillosa, se equivocó. Es decir, se le equivocó la memoria. Excelente poema.
ResponderEliminarAlicia Márquez
Que ternura Ohuanta Salazar. La historia y siempre una madre alli, socorriendo a la vdia. Graciela Ballesteros
ResponderEliminarHermoso poema, como todos tus poemas
ResponderEliminarBellas imàgenes retratando una gran tristeza. Pauli
ResponderEliminarMuy hermoso querida Ohuanta!!
ResponderEliminarCelina
ResponderEliminarHondo decir! Ternura en imágenes!
ResponderEliminarPatricia Alonso.