cuando me amenazó
–a mis hijos, si decían malas palabras
les lavaba la boca–
imaginé una fiesta de espuma
burbujas tornasoladas
imaginé, sí, apenas
la insistencia de un cepillo
rígido contra los labios
apretados en gesto
de resistencia
imaginé mis palabras malas
guardándose
como un diamante entre los dientes
más abajo, en las costillas
o en los pliegues rosados
del sexo, después
no hablamos por varios días.
© Natalia Leiderman
El color que se le da a las palabras anticipan las tormentas. Muy fuerte!
ResponderEliminarEste poema duele.
ResponderEliminarMucho.
Abrazo grande.
Alicia Márquez
Tremendo poema!
ResponderEliminarUuuff! Qué poema!!
ResponderEliminarPoemazo! Me siento muy parte de este poema, me encantó!
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