Gregoriano
Comenzó como un calambre.
Después todo los huesos
se torcieron hacia el centro.
Cual pelota.
La cabeza quedó al medio.
Invisible.
Hasta que la circunferencia
fue perfecta.
Una sola piel.
Ocultando
huesos, carne y sueños.
Finalmente,
como se esperaba
ella llegó.
Y no.
No lo reconoció.
© Dardo Passadore
Un gran poema amigo!!!
ResponderEliminarLily Chavez
Muy bueno. Fabiana León
ResponderEliminarMuy buena. Me da la sensación de estar explorando temas de identidad, expectativ y desconocimiento. Griselda Rulfo.
ResponderEliminarAhí, con esa poética tan dardiana, síntesis y estilete. Me gusta!
ResponderEliminarPotente.felicitaciones,Dardo.Abrazo.Patricia Graziadei
ResponderEliminarah, me encantó
ResponderEliminarTremendo!
ResponderEliminar