Parque Rivadavia
En el centro del Barrio de las Musas
(que decía Nalé) todos los verdes.
Isla fragante de silencio donde
sólo el rumor de niños y de pájaros
oigo mientras recorro sus senderos;
el romántico estanque y el aljibe,
Bolívar con palomas en los hombros
junto a la desnudez de las estatuas
que esculpió Fioravanti; el ombú,
jacarandás, magnolios, eucaliptos,
y un ginkgo cuyas hojas otoñales
al caer sobre el césped se asemejan
a un aletear de mariposas de oro.
Calmo rincón, oasis de belleza,
verde escenario del vagar ocioso.
Aquí quiero que esparzan mis cenizas.
© Antonio Requeni
Inmenso poeta que sabe emocionar con la conexión de la descripción externa y la sensación del espíritu. Entasis, no extasis
ResponderEliminarSonia Rabinovich
Bello poema.
ResponderEliminar"...un aletear de mariposas de oro." Grande Maestro Requeni. Teresa Vaccaro
ResponderEliminarMuy lindo poema, me vi caminando por el parque... hay que mirar al mundo vegetal con reconocimiento, amor y respeto para sentir esa conexión maravillosa...
ResponderEliminarPerfume de otoños amalgamados. Exquisito!
ResponderEliminarAntonio: como siempre tu poesía me conmueve y el alma se me llena de pajaritos (al decir de Gelman).
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Alicia Márquez
Hermoso poema, pleno de imágenes!
ResponderEliminarPatricia Alonso.
Gracias Antonio por este poema que habla de la vida y la muerte . Un abrazo! Amalia M Abaria
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