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26/7/19

Poema de María Laura Coppié




Jouska* 

11 PM
En el nosecuánto del sábado,
a las casi violetas de la noche
lo recibe al trasluz del licor,
con una fiera expresión de alegría
y le ofrece la escalera arenosa y su vereda
con un prudente ficus medio seco
y el farol que no se sabe quién deja prendido.
Intrépidas ideas recurrentes
que la dejan temblando hasta la entretela.
Alguien devora las migas
que el elefante de trompa floja olvida.

3 AM
La distante desconfiada se acurruca
en el hueco de su costado
y mirando parpadear al aire acondicionado
por fin se duerme,
arañando por segunda vez la eternidad.
Súbito pero en cámara lenta,
como una avalancha llega el sentimiento.
Será el momento de huir.

6 AM
Entreabre los ojos,
una hendija clava su brillo en el cuaderno
que aún sostiene en la mano izquierda.
En duermevela anota:
hasta la piedra más insignificante
provoca ondas en el agua.
El sol cincelando planos y desniveles
de sus primeros movimientos.
Cada día es un rosario
de pequeños detalles que no suceden.
Golpea la puerta del placard.
En las cajas de zapatos, otras suelas
y tesoros de nísperos como para hacer dulce.
El ojo ateo dice que hay un Dios
pero está demasiado atareado.
Habrá que tramitar los propios milagros,
dice, evitando el despilfarro.
Adaptarse. Camaleonarse, quizás,
a la nacarada memoria de reptil.

9 AM
Autorreferencial, sí.
Pero no fui yo la que sentenció
aquello del pecado y la piedra.



*(palabra de origen desconocido que se refiere a las conversaciones que sólo suceden en nuestras mentes)


© María Laura Coppié

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