Esquina
Quintana
Recreo
frente a la iglesia,
mesitas
rosa y jugo sin hielo.
Al fondo,
el cielo se incendia.
Dos se
pelean a los gritos,
otro pasa
pidiendo de a cinco
y junta
para media pizza.
Las que
están abajo del árbol
comparten
torta merengosa
a juego con
el chisme.
El cielo se
incendia.
Los
titulares del diario,
zapatos
arrastrando soledades.
Gruñidos.
La dueña dice
creí que
iban a hacerse amigos.
Parece que
no. Y tira de su correa
para que
deje de mostrar los dientes.
Limón en el
trapo del mozo,
la lluvia
inminente adelantada
por quien
está regando los canteros.
Elogios de
acero, manos flojas.
¡El cielo
se está incendiando!
¿No lo ven?
No pueden
con el cuello vencido,
con la
mochila, con sus ombligos.
Pero el
cielo está ardiendo
y nadie
saldrá de testigo.
No espera
aplausos ni pésames.
Se hunde
despacio en su atardecer combustible.
No habrá rescate
para quien nunca miró.
Ni siquiera
nos damos cuenta
de que cada
fuego puesto a dormir
nos deja
vacíos, y –tarde a tarde-
nos vamos
quedando un poco
más solos y
más oscuros que antes.
© María Laura Coppié
hermoso poema Malala!!
ResponderEliminarBelleza
ResponderEliminarUna hermosura
ResponderEliminarFlora L
ResponderEliminar¡Bellísimo poema, Malala!
Un abrazo.
Alicia Márquez
Muy buen poema.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.