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17/4/19

Poema de María Laura Coppié



Esquina Quintana

Recreo frente a la iglesia,
mesitas rosa y jugo sin hielo.
Al fondo, el cielo se incendia.
Dos se pelean a los gritos,
otro pasa pidiendo de a cinco
y junta para media pizza.
Las que están abajo del árbol
comparten torta merengosa
a juego con el chisme.
El cielo se incendia.
Los titulares del diario,
zapatos arrastrando soledades.
Gruñidos. La dueña dice
creí que iban a hacerse amigos.
Parece que no. Y tira de su correa
para que deje de mostrar los dientes.
Limón en el trapo del mozo,
la lluvia inminente adelantada
por quien está regando los canteros.
Elogios de acero, manos flojas.

¡El cielo se está incendiando!
¿No lo ven?
No pueden con el cuello vencido,
con la mochila, con sus ombligos.
Pero el cielo está ardiendo
y nadie saldrá de testigo.
No espera aplausos ni pésames.
Se hunde despacio en su atardecer combustible.
No habrá rescate para quien nunca miró.
Ni siquiera nos damos cuenta
de que cada fuego puesto a dormir
nos deja vacíos, y –tarde a tarde-
nos vamos quedando un poco
más solos y más oscuros que antes.

© María Laura Coppié

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