Oda al
champagne
Diamantes dorados
hacen de mí
la copa del gigante
con un tallo que danza.
Verte respirar
cambia mi ánimo,
probarte
bendice mis papilas,
insistir en vos
me convierte en un templo
tan pagano como santo.
Sé de dónde venís,
lo entiendo,
la uva te da el pie para que vivas,
pero después
sos magia de otra altura,
sos el premio de Dios
para tanta sed amarga soportada.
© Bibi Albert
de excelencia tu enfoque, bibi. me encantó. susana zazzetti.
ResponderEliminarMe encantó ,Bibi.
ResponderEliminarBetty Badaui
Bellisimo. Salud!
ResponderEliminarAdrián Terracciano
Un poema encantador ¡Y viva el champán!
ResponderEliminarExcente, Bibi, chanpagnemos!
ResponderEliminarBesosss
Gran oda al champagne, querida amiga. El asunto es que algunos soportamos tanta amargura según nuestro presupuesto... en mi caso algún malbec decente (todavía puedo prescindir del tetra). Claro, el gran amigo francés siempre queda para las grandes ocasiones, las contadas alegrías.
ResponderEliminarHermoso Bibi! brindemos!
ResponderEliminarun abrazo
norma starke