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17/8/16

Poema de María Laura Coppié


Ochentoso 

Que huela a lomo de caballo bravo,
a ozono y mirra la habitación prestada,
que no se planchen jamás
las sábanas que oscurecen
a las dos de la tarde.
Que se pulvericen los huesos de whisky
que ni para respirar se abre.
Que nada nos quiera,
que no se nombre al amor ni en canciones.
Que ni vos ni yo y que toda gota
se lleve los dibujos en el vidrio
por el desagüe
y ni el aliento los haga volver.
Que no germinen los besos de escalinata
que ruedan a tus manos
como pequeñitas cuentas de rosario.
Que no seamos como ésos
que buscan llaves por el adoquín,
que nunca las necesitemos,
que no nos importen
los domicilios ni los remitentes.
Que la voz en off que nos echa
se haga cómplice y no enjuague
la miel entre los dedos,
y mueva las estrellas porque viernes todo el día
y mi risa en tu boca
y la sinrazón en la mía.
Que por todo lo alto de tu piel llueva tibio
y que un simple papelito
marcando esa hoja de nuestro libro deseo
encienda el fuego que funda
los retazos de poemas
que no encuentran el hilván.
Y que enamorada de la palabra
la no urgencia descuartice
exhaustivamente este idilio
para ya no reconocernos
en el sello lunar de los otros.


© María Laura Coppié

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