QUE NON CREDERES…
-¡Aceptaron tergopol y murciégalo!-,
gritan felices los disléxicos.
-Los lengualeyos hablan nuestro imodia.
En el registro civil se anota el piedra libre,
por lo que un bebé puede llamarse
Cacerola, ¿por qué no?:
Cacerola Metáfora Menéndez,
un nombre memorable.
Y los analfabetos imponen su dialecto,
porque también almóndiga es correcto.
Ahora sí que de verdad somos todos iguales,
sin que nadie tenga que enseñarle
nada a nadie.
Así están las cosas.
Las palabras mutan, y también matun.
Y cada vez nos entendemos menos,
lo cual parece ser la idea. Y la idae.
Para cebrelarlo, me voy a tomar un apetirivo
a la sombra de la arlobeda,
y allí me quedaré, crecuspular y pentasiva,
diciéndome ¡todo será más fácil!:
comprender por ejemplo que, al despiadado,
en vez del corazón, le late el rocazón,
y que es lo mismo hembra que hambre,
amar que arma y violá que voilá!
¡Grande la RAE! O la REA.
© Bibi Albert
SORPRENDENTE , ORIGINAL Y REAL .ACUERDO CON TU POEMA y felicito su audacia
ResponderEliminarUn abrazo
Absolutamente maravilloso.
ResponderEliminarAbrazo,
Alicia Márquez
ResponderEliminar¡Que lo tiró, Bibi! La REA se confunde como loca.
Al parecer, después de siglos de mordazas y varias tonterías, ahora todo sé igual.
Un beso grande,
Alicia Márquez
Gran verdad, todo es igual, o, da igual.
ResponderEliminarme encantó tu ironía sin sutilezas perorantes. Abrazo PAOLANTONIO
ResponderEliminarMe encantó! esa mutación del lenguaje, pero para peor, muchas veces me planteé en mis clases de lengua si tenía sentido enseñar a hablar mejor.
ResponderEliminarUn abrazo
Graciela N. Barbero