Selfie
Yo, a la que jamás se le resiste una ostra,
la que les apoya en la lengua
el veneno que las tan casadas
son incapaces de escupir,
la que hace que las casitas de caramelo
se derritan bajo su mirada
y el brillo cansado de las manos anilladas
pierda fuerza ante la libertad
que impulsan sus zapatos,
la que no logra ser una de esas
mujeres sin fisuras,
enteras, redondas,
con la moral alta y los tacos bajos,
una de ésas a las que se les marca el elástico,
yo, la que escribe para salvarse,
para salvar tanto secreto
que burbujea en la hornalla,
repitiendo sentimientos como mantras
aunque el silencio nunca calce del todo,
la que corre para no quedar a la intemperie,
a merced de los monstruos del amor,
la que quizás por lo de aquella vida de hechicera
todo el tiempo se siente culpable,
en deuda, como de prestado,
la que de nuevo negocia minutos
para poder seguir ensayando pasos
en lugares llenos de noche.
La que ahora ya no quiere sobrevivir,
lo que ahora sólo elige zambullidas
en sábanas que huelan a él y a jabón
ésa te dice que las buenas amantes
jamás usan purpurina.
© María Laura Coppié
¡ qué buen poema! final inesperado pero previsible. ¡ encantador! susana zazzetti.
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ResponderEliminarMaravilloso poema. Te lo escuché con infinito placer y ahora lo leo, realmente extasiada.
Un abrazo.
Alicia Márquez
Es cierto. No usamos purpurina (Bello!)
ResponderEliminarQue buen poema María Laura!
ResponderEliminarBuenísimo poema Malala! Espectacular, felicitaciones. Sonia Del Papa Ferraro
ResponderEliminarBuenísimo poema Malala! Espectacular, felicitaciones. Sonia Del Papa Ferraro
ResponderEliminarmuy bueno, dama, claro que ésa es usted
ResponderEliminarlas buenas amantes jamás usan purpurina...
ResponderEliminarte dejo un abrazo!