Poema de Claudio Simiz
La Casa (III)
Esta casa abrumada,
desorbitadamente gris,
que tu paso fatiga somnoliento,
......... un día
fue el lucero,
la tahona de los días soñados,
entrevistos entre los velos
del amanecer.
Esta casa que casi no respira
ronda los pasadizos del recuerdo
Y la sangre
para desvelarte,
para develarte
que el laberinto de tu corazón
(si es que lo fue algún día)
nunca más volverá
a ser tu casa.
© Claudio Simiz
Foto: Gustavo Tisocco
12 comentarios:
Muy bella y nostalgiosa evocación de la casa y sus moradores.
Felicitaciones, Claudio y un gran abrazo
María Rosa León
El poema me lleva aimaginar la historia de esa casa ahora abandonada...muy bueno
Un abrzo
Silvia Loustau
siempre hay una casa que queda " en los laberintos del (tu) corazón . pero me sucede que ésta tiene un caudal de recuerdos precisos, tal vez dolorosos, pero expresados con hondura y emoción. susana zazzetti.
Un poema que a todos nos recuerda a alguna casa donde nos brindaron total amor. Felicitaciones. Un saludo. Gastón
Todos tenemos una casa. Una, fuerte, en el recuerdo aferrado. Y, tal vez, en ella haya rincones grises y fatigas. Pero los pasadizos que le transitamos tienen vestigios nuestros y allí, en los laberintos del corazón se quedó para siempre, aunque nunca más vuelva a ser nuestra...Mi saludo al poeta Claudio, de Isabel Krisch
Hermoso poema!!!cuánta nostalgia y también cuánta resignación, a veces una casa se cae por su propio peso o bien los cimientos no fueron construído como se debía o quizás sus habitantes tan solo se olvidaron de amar...
Muy hermoso, fue mi casa amada, la que tuve, la anterior; mi casa. Y ahora ya no es mas, el tiempo pasó en movimiento continuo.
Muchas gracias
Me gustó esa forma de contar recuerdos.
La foto elocuente, apropiada.
Abrazos
Betty
Bello y poderoso.
Bueno, como todo lo que transpira honestidad. Un poema que habla por vos... y de vos.
Esas partidas que nunca son partidas y queda aquí tu verso como emblema de un pastoso dolor.
Felicitaciones.
Cuánta nostalgia en ese poema, Claudio. Guardamos mucha en los laberintos de nuestro corazón. Pero siempre encontraremos (espero) una casa con una nueva ventana que nos deje ver la luz del sol.
Celina
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