11/4/12

Poema de Bibi Albert



CREACIÓN

Poner un hijo como un huevo
en un nido de flores de lavanda
lejos de cuadriculados cielos.
Amamantarlo directo de la bota
de la luna en creciente.
Calmar sus paspaduras con canciones.
Frotarle las encías con alcanfor de nube.
Vacunarlo contra el miedo, la envidia,
el abandono atroz, la indiferencia
con gotas sublinguales de rocío
que espejen su inocencia.

Dejar que nos enseñe
los juegos que se inventa.
Que el provechito de su carcajada
nos bautice la ropa de ser grandes,
el luto de las siempre circunstancias.
Que sus ávidos dedos nos arcillen cara nueva,
que nos toquen como en el cuadro de Leonardo
y nos contagien la confianza de infancia.
Que nos amnesie de prejuicios.
Que nos despeine hasta que el peine
renuncie a sus funciones.

Y que desnudos y en piel viva
caminemos la luz hasta toparnos
con otros nidos y con otros nacimientos,
y fundemos un nuevo paraíso del que nadie
merezca ser echado.

........... Y que Dios
................. por fin
..................................... se tome los domingos.

© Bibi Albert

8 comentarios:

Blogger Unknown ha dicho...

Hermoso poema con esa pimienta final, que me encanta. Brindo por ese paraíso. Besos, Bibi.

11 de abril de 2012, 18:31  
Blogger María Laó ha dicho...

Qué belleza! Y la foto, tan tierna.

11 de abril de 2012, 22:59  
Blogger Isabel ha dicho...

Bibi, tu poema es un nido de ternura donde las madres recordamos lo inefable, aun las que no podíamos creerlo.
La soledad celosa de la madre y el niños señala esa etapa en que las minitas nos van cambiando el rostro La trasgresión o "pimienta"es merecido por el hato de mentiras inventado para soslayar el sexo. Yo tengo la ideología de que cada una de esas inefables caricias se las debo a Dios que quiso que naciera. Pero no importan las opiniones, sólo la belleza y el brillo perpetuo de la maternidad, aunque sea popular y lo sepan los que no nacen poesía.
Un beso
Isabel Llorca Bosco

12 de abril de 2012, 15:21  
Blogger Isabel ha dicho...

Bibi, tu poema es un regazo que reúne toda la ternura del mundo. Es la etapa de soledad entre el niño y la madre. La pimienta de que habla ´Maximo se la merecen por el hato de mentiras que se inventaron sobre este amor para soslayar el sexo(cigüeñas, repollos, París) Pero una madre desde el interior reconoce la maravilla que está afuera, que con sus deditos, como vos decís, le hacen un nuevo rostro. yo tengo otra idea, y es que veo a _Dios en cada uno de los contactos entre madre y niño, pero esas son opiniones. No importa que lo que decís pueda ser sentido por las madres que no hacen poesías, por eso mismo sigue siendo el incréible cuadro de la maternidad, hasta para las que no lo sospechábamos como yo. Podemos tener al niño y al verso.
Un abrazo, Bibi







úeñas

12 de abril de 2012, 15:31  
Anonymous Anónimo ha dicho...

David A. Sorbille dijo...
Querida Bibi: un poema de una conmovedora belleza. Gracias por tanta dulzura. Un abrazo

12 de abril de 2012, 16:33  
Blogger Verónica Peñaloza ha dicho...

Ahhh, me encantan los poemas de Bibilandia.
Bocanada de lavanda me diste Bibi.
Un abrazo enorme

12 de abril de 2012, 22:09  
Blogger Ricardo Juan Benítez ha dicho...

El poema de una ternura madre, la imagen un hallazgo. Un placer de principio a fin.

15 de abril de 2012, 13:02  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Ojalá, Bibi! ¡Ojalá!
Mientras tanto, disfrutemos de tu poesía bellísima.

Un abrazo,

Alicia Márquez

15 de abril de 2012, 13:48  

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