No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra.
(Gonzalo Rojas)
Prefiero ser de piedra.
(Gonzalo Rojas)
Llueve la soledad
y la casa está callada.
Siguen muriéndose hombres
en mis manos,
chatos entre las hojas de un libro,
crujiendo los estantes bajo su peso.
Escurro mi corazón de trapo,
yo, reina midas de todo lo contrario,
no puedo esconder la cabeza ,
mascarón de proa de mi invierno.
No llevo trucos
ni alquimias en los puños.
Desnuda de memorias,
no dejo de andar.
Ya no espero, no tejo,
no anido.
Suelto, dejo ir,
hasta que sólo queda
el blanco de las paredes:
las lijo de cobardías, de aplazos,
el silencio atragantado,
quietud total en las venas,
clavos en los pies y gasa para las heridas.
No lloro ni condimento la crudeza.
Cubro los espejos
y, por fin, duermo.
© María Laura Coppié
demasiada belleza para tanta soledad y tanta muerte. tu poema está de pie, con su fuerza, aunque te duermas. susana zazzetti.
ResponderEliminarNo me gusta explicar por qué, es probable incluso que no lo sepa, pero el poema, siento que es hermoso.
ResponderEliminarDario Paiva.
tantos van a morir como tantos otros van a nacer o aparecer. si no vaciamos el espacio con lo que ya no nos va no queda espacio para lo nuevo.
ResponderEliminarlo mejor esta por llegar, siempre y en todo!
es muy bello y muy bueno hacer los duelos, asi se terminan... sino siempre queda algo pendiente :))
¡Ay Malala, cuánto dolor, cuánta tristeza... y también cuánta fuerza!
ResponderEliminarTe aplaudo.
Besos,
Alicia Márquez
Dormir al fin y a pesar de todo.
ResponderEliminarBesosss
Salud-os
oh, Dios, esa segunda estrofa es un poema en sí mismo! Gracias por la bella crudeza, Malala. Ro
ResponderEliminarPoder dormir, es estar en paz!!
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